La primavera estaba cerca, ambos habían planeado ese día con mucha anticipación, buscaban que todo fuera perfecto, ella buscó terminar todos los pendientes, estar lista y libre para verlo.
Él, apresuró en su trabajo, ambos con la ilusión de verse y pasar una semana juntos.
Ella se fue de compras, buscó la ropa más linda, pensó en sorprenderle y además adquirió ropa que para ella era sexy.
Él le dijo que la esperaba en la carretera a las 6am, esa noche no durmieron pensando en que al fin estarían juntos.
Llegó puntual a la cita igual que él, subió al coche y se alejaron de la ciudad.
Ella desconocía el rumbo, él sabía muy bien a donde se dirigía.
De pronto, se detuvo, ella no supo porqué, sólo era para darle un beso tierno, lindo y apasionado.
Siguieron su camino.
Entraron por un angosto camino de terracería y lejano además.
Había una cabañita, pequeña, al fin habían llegado, ya eran las 10am., a unos metros de ella había un pequeño lago, su agua cristalina emanaba un poco de vapor, generaba la sensación de agua termal.
Al entrar a la casita él soltó las maletas, no importó donde quedaron la abrazó y la beso, le susurraba que había esperado mucho por ese momento.
Ella sólo se dejó llevar, lo abrazó fuerte y sin pensar lo besó apasionadamente.
No habían desayunado, deseaban comer pero sus ansias eran más fuertes y se dejaron envolver en el ambiente que sólo denotaba un enorme placer.
Él rosaba suavemente sus labios, ella mordisqueaba los de él, sus manos acariciaban todo su cuerpo sin límite alguno, podían percibir su respiración, fueron cayendo en una onda calma, el silencio total permitía escuchar su amor que no eran más que susurros de ambos por esa pasión contenida y que habían guardado por tanto tiempo. Poco a poco fueron cayendo al piso, sus cuerpos se deslizaban sin que siquiera se dieran cuenta, era una pequeña salita, era tal su ansiedad que ni siquiera pensaron en el lugar.
Él comenzó a subir su blusa, ella no lo impidió, tocó cada parte de ella mientras rodaban por el piso saciando su amor, interrumpieron el momento muy a su pesar, querían que fuera realmente especial.
Minutos después...
Mientras él preparó café y un leve desayuno ella se metió a bañar.
Estando en la regadera él entró con la ropa puesta ya no podía parar, sus ansias eran tantas que no podía esperar, vio su cuerpo desnudo por vez primera y sin dudar entró en la bañera dejándose arrastrar por sus ansias de amar.
Ella lo dejó entrar, igual que él deseaba amar, volvieron a interrumpir y decidieron esperar
Querían una noche especial.
Él día transcurrió y recorrieron todo el lugar, el agua estaba genial y paseando juntos el alba llegó, la noche estaba lista.
Ella decidió verse especial, uso un vestido rojo, corto, ajustado de manera que dejaba ver su silueta, él una vestimenta casual, ambos usaron su mejor loción, ella mientras se alistaba su cuerpo ya se manifestaba nerviosa, enamorada.
Los bellos de su piel dejaban ver sus emociones, su cabello se veía más sedoso, sus labios más frescos y sus pechos enfurecidos, sus pupilas dilatadas.
Salió y él la esperaba con una pequeña flor blanca, campestre, la beso muy suave y fueron a cenar.
No dejaban de mirarse, hablaban con miradas, sus gestos eran evidentes así como sus deseos.
Al terminar la cena él puso música y la invitó a bailar la sujetó por la cintura suave y delicado. Ella puso sus manos en su cuello y transcurrió la noche sin pensar en qué ambos se enamoraban a cada momento y cada día más.
Él comenzó a besarla mientras bailaban, acarició su espalda y llegó a sus piernas, la besaba sin parar, ella sólo pensaba en actuar.
¿Que haría?
¿Cómo responder?.
De pronto ella le dijo espera...
Fue al baño, salió con un babydoll azul, tenía encaje y un listón que hacía un pequeño moño y al soltarlo sus pechos quedaban al descubierto.
La silueta se dibuja aún más y sus piernas estaban descubiertas, al fin estaban listos para disfrutar y dejarse arrastrar por la pasión sin medida.
Él había colocado dos pequeñas velas, entraron a la habitación y la tenue luz sólo permitía ver sus cuerpos con poca claridad pero eso no importaba lo único válido eran sus manos que sentían y sus cuerpos que respondían al llamado de los dos.
Él soltó el moño despacio, acarició lento, besó y dejó caer la ropa al suelo, ambos quedaron descubiertos y vivieron lo que jamás ni en sus sueños.
Stella Alba

Muy bueno escribe mas cosas asi me encanto😍
ResponderEliminarMuchas gracias, lo seguiré haciendo. Saludos!
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